LUZBY BERNAL

viernes, 3 de agosto de 2012

LA NADA NO ESTÁ VACÍA

Un vacío lleno de energía y presión
Onda o partícula, obtenemos una representación del vacío que nos recuerda, en algunos aspectos, al éter. No nos da un marco de quietud con respecto al cual se pueda decir que se mueven los cuerpos, pero sí que rellena todo el espacio y tiene propiedades físicas mesurables, como la densidad de energía y la presión.
Uno de los aspectos más estudiados del vacío cuántico es su acción gravitatoria. Ahí fuera, en el cosmos, hay muchísimo espacio, todo él probablemente atiborrado de fluctuaciones del vacío cuántico. Todas esas partículas que surgen y desaparecen deben pesar algo. Quizá esa masa es suficiente para componer el conjunto de la fuerza gravitatoria del universo; quizá, de hecho, es suficiente para superar la gravedad de la materia ordinaria. Hallar la respuesta es una tarea ciclópea.
No solo hemos de tener en cuenta los campos electromagnéticos, sino todos los campos que existen en la naturaleza. Pero se puede deducir un resultado rápido general. En el caso de que la presión del vacío cuántico sea negativa (una presión negativa es una tensión), el efecto gravitatorio también es negativo. Es decir, que las fluctuaciones del vacío cuántico de presión negativa sirven para crear una fuerza repelente, o antigravitatoria.
Einstein había predicho que el espacio vacío tendría un efecto antigravitatorio semejante ya en 1917, antes de la mecánica cuántica. No podía poner un número a la intensidad de esa fuerza, y más tarde abandonó la idea. Pero no se fue del todo. Cálculos realizados a vuelapluma hoy día sugieren que la presión del vacío cuántico debería ser, de hecho, negativa en un espacio con la geometría de nuestro universo.
Y para asegurarlo, hace 15 años se empezaron a acumular pruebas procedentes de las observaciones de supernovas lejanas: una inmensa fuerza antigravitatoria causa que el universo se expanda cada vez más deprisa. El invisible vacío cuántico, “éter”, supuesto responsable de ello al menos parcialmente, se ha redenominado recientemente “energía oscura”.
La noción de que el espacio es un mero vacío sin propiedades físicas ya no se sostiene. Puede que la naturaleza aborrezca el vacío absoluto, pero le gusta el vacío cuántico con sus peculiaridades. Y no es un juego de palabras. Según funcione la energía oscura, el Universo seguirá expandiéndose en una huida frenética que culmine en un vacío oscuro en el que la materia y la radiación se diluyan a niveles infinitesimales, o quizá colapse sobre sí mismo en un “big crunch”. El destino del Universo parece que depende de las propiedades del vacío.
http://www.quo.es/ciencia/astronomia/la_nada_no_esta_vacia

LA CIENCIA contribuye en gran medida a nuestra comprensión del mundo natural, pues nos revela un grado de orden, precisión y complejidad que, en opinión de muchas personas, señala a la existencia de un Dios de inteligencia y poder infinitos. Para ellas, la ciencia no solo proporciona detalles sobre la naturaleza, sino que también les permite conocer cómo es Dios.
La Biblia da un amplio respaldo a ese punto de vista. Por ejemplo, Romanos 1:20 asegura: “Las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad”. Así mismo, Salmo 19:1, 2 afirma: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando. Un día tras otro día hace salir burbujeando el habla, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento”. Con todo, las maravillas de la creación solo nos revelan algunas características de nuestro Creador.

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