LUZBY BERNAL

viernes, 12 de abril de 2013

HIJAS ALADAS DE LOS PRIMEROS SOLES


Los primeros cristianos y el culto de Mitra daban a probar miel a los iniciados, y les
hacían lavar las manos con miel.
Los antiguos simbolistas utilizaron a este pequeño ser impresionados por sus analogías
con principios espirituales, así como por sus cualidades de industria y la excelencia de
sus obras; su valor popular es reconocido en cualquier país.
 Hijas aladas de los primeros soles, anunciadoras benditas de los primeros días serenos,
maestros en la construcción de celdas geométricas, vigilantes de las influencias magnéticas,
 de las radiaciones telúricas, en definitiva insecto bendito al que llamaban
                
                              La Misteriosa Abeja
Debemos remontarnos a los simbolistas de Egipto quienes comienzan a representarla como
símbolo del alma de los hombres, es plasmada en las tumbas como imagen de supervivencia
del alma después de la muerte.
Pero al mismo tiempo sirven como emblemática de las dinastías faraónicas del Alto
y el Bajo Egipto, representadas por una abeja y una brizna de junco.
Uno de los himnos funerarios dirigido al faraón Usertosen II dice así:
 «Casó al junco con la abeja»,
afirmación que se interpreta como que reinó en los dos Egiptos.
También se han hallado abejas funerarias en la tumba de la faraona de Egipto, Ahotpu I.
Dentro de Europa también se han encontrado abejas en las tumbas bárbaras de las Galias,
y principalmente en la tumba del rey franco Childerico . De hecho parece que el símbolo
de la  abeja también era patrimonio metafísico de los druidas.
Los mazdeíztas, como los antiguos persas creían que la miel era parte de la
composición del celeste Soma.
En el Rig Veda las abejas ofrecen su miel a los Ashwins, y Krishna lleva una abeja azul
en la frente.
Parece que este culto a la abeja se extendió de Creta a las islas del Egeo y a la Grecia
continental.
En la mitología de Creta, el dios supremo nacido de la Tierra Madre (Deméter Ceres)
fue alimentado en una gruta por una princesa cretense con la leche de Amaltea y la miel de
la reina abeja Melisa.
Según cuenta Estrabón, en Eleusis y en Éfeso las sacerdotisas que celebraban
antaño los antiguos misterios se llamaban Melissai, «las Abejas», y algunos iniciados
que habían alcanzado un grado de pureza indiscutible recibían también este nombre.
Se atribuían a la abeja dones divinos, y misteriosos; en los cenáculos de Samotracia,
los mister también veneraban a la abeja.
El simbolismo cristiano adopta la figura de la abeja como símbolo crístico y emblema de
las virtudes cristianas y la hermética antigua hace de la abeja el símbolo de Cristo como
luz del mundo.
«Como Cristo, la abeja difunde la luz en el mundo».
Para representar la benignidad de Cristo y la suavidad de su doctrina, la primera liturgia
 cristiana, en los ritos del Bautismo, ordenaba hacer gustar la miel a los nuevos cristianos
al final de la ceremonia bautismal, que implicaba también la primera recepción de la Eucaristía.
 Fue santo Tomás de Aquino quien consagró oficialmente la miel como símbolo de la Eucaristía.
La figura de la colmena fue tomada como emblema de la Iglesia, pero también de la monarquía,
 pues en la colmena solo hay una cabeza que manda, gobierna y lo anima todo, esta es
la funcion  del Papa en el gobierno de la Iglesia y la del Emperador o Rey.                                                  
Las abejas... son imagen de las almas que saben y pueden elevarse con las alas de la contemplación,
 que se separan, por decirlo así, de sus cuerpos, igual que el industrioso insecto abandona su
colmena para volar hasta el jardín de las celestiales voluptuosidades.
 Allí encuentran reunidas todas las flores como el más rico de los tesoros, y saborean sus
ricas delicias.
El maestro Rumi, también expresa esta experiencia interior en su Fihi-ma-fihi:
“ Tú eres aquél que sin cuerpo posee el cuerpo; no temas entonces que tu alma
salga de tu cuerpo.”
Y  añade en lenguaje simbólico, que nuestro cuerpo es representado por la colmena
donde se reúne la miel y la cera; el amor de Dios guardado en nuestro interior.
Después de cumplir con su cometido, las abejas vuelan, pero la cera y la miel
permanecen, como así también el jardinero.
Durante el siglo XVII, los Hermanos de la Rosa Cruz , retoman de nuevo el
símbolo de la abeja,  formando parte del simbolismo de la Rosa y la Cruz.
La miel es llamada por los maestros: «la ciencia de las cosas de Dios», y las inevitables
picaduras de la recolección de la miel son el emblema de los sufrimientos morales
o físicos de  que está sembrado el áspero sendero que conduce a la conquista de
los conocimientos espirituales.


Fragmento de EL SIMBOLISMO DE LAS ABEJAS  (JOSE ANTONIO MATEOS)

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